Creo firmemente que la madurez (como cualquier otra etapa de la vida) trae consigo cosas positivas.
También creo que la mayor parte del tiempo nos cuesta ver lo bueno porque somos la personificación de esa frase del vaso medio vacío (o medio lleno) y lamentablemente siempre nos fijamos en las cosas que se fueron, no en las que están llegando.
Para mí el autoconocimiento (entre otras) es una de las cosas maravillosas que me ha regalado la edad, entre más años cumplo más me conozco, entre más me conozco, más me entiendo y entre más me entiendo, tengo menos conflictos internos.
Es como si me hubiera casado conmigo misma y al principio del matrimonio hubiera sufrido con esos roces típicos de las parejas que se están adaptando y comienzan la dura tarea de aprender a convivir.
El aquí y el ahora para mi se traduce en muchas cosas:
Se acabó la angustia de cuestionarme qué voy a estudiar, en qué voy a trabajar, si la voy a hacer o si seré un fracaso.
Los días preguntándome que haría con mi vida y las semanas de andar con las tripas hechas nudo porque tenía exámenes o un mal de amores son cosas de un pasado con el que no me interesa reencontrarme.
Con los años entendí muchas cosas ( ¡ya era hora! )
Por fin me cayó el veinte y comprendí que es completamente normal:
*no ser perfecta.
*no ser la madre modelo.
*dedicarte tiempo a ti misma.
*trabajar fuera de casa.
*no preocuparse por el qué dirán.
*tener ideas propias (me acuerdo cuando cambiaba de opinión cada 20 minutos para caerle bien a todos 🙄)
*no pedir permiso.
*ser desorganizada vaga, olvidadiza.
*no ser la CEO de la empresa y ganar un sueldazo.
*no ser talla 4.
*ser impaciente, etc.
Entendí que no me tengo que esconder cuando la riego, que está bien equivocarse, saber, no saber y que no tengo que cambiar, simplemente porque no hay nada de malo en ser como soy.
Nada de esto importa si todas estas imperfecciones te permiten ser feliz la mayor parte del tiempo.
Si has creado una vida que te gusta, si eres libre de hacer lo que quieres, entonces ha valido la pena.
Así es, si eres feliz LA HICISTE. Y si no es así aún hay tiempo, mucho tiempo de crear la vida que te gustaría tener.
Invítate un café y busca el diálogo contigo misma.
Todos tenemos esa voz que nos dice qué hacer solo que a veces no la dejamos hablar, estamos encandilados con todos los distractores del mundo y cuando estamos tristes o pensativos es más fácil prender la televisión o el celular que dedicarse a platicar con uno mismo.
Esos estados de ánimo te están tratando de decir algo, escúchalos. Tu yo interno solo busca tu bienestar, no le tapes la boca ni voltees hacia otra parte cuando te habla. No seas grosera contigo misma. Pélate. Ponte atención. Date el lugar que mereces.
Deja de buscar afuera en cursos, pláticas y seminarios. La respuesta esta dentro, como dice la famosa frase de Osho. “La única salida es hacia dentro”. ¿ Cuándo te vas a conocer si nunca te das la oportunidad de platicar contigo ?
Si nunca te preguntas qué es lo que quieres y qué es lo que necesitas…
Este es el momento ideal, porque te conoces mejor y has dejado atrás la edad en la que tenías que darle gusto a todos menos a ti.
Y si te sientes perdida y es fecha que no sabes lo que te gustaría hacer, el internet esta lleno de tests que miden las habilidades y las aptitudes, busca y contesta uno o varios hasta que logres descifrar tu llamado personal.
Siento que a cada una nos pasa esto en determinado momento de nuestras vidas y siempre lo resumimos diciendo “Ya no me importa lo que digan los demás”.
En realidad creo que nunca se trató de lo que decían los demás, si no el diálogo interno de nosotras mismas cuando éramos jovencitas. Tal vez nos exigíamos mucho y nos teníamos poco o nada de consideración.
Afortunadamente los años pasan y el tiempo nos deja incontables lecciones.
Cuán maravillosas no serán la edad y la experiencia que logran lo que a veces parece ser una misión imposible:
Quererse uno mismo…
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Fotografía: IStock
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