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abril 2024

Historias

Ahora que los años se me notan en la cara.

28 abril, 2024

Ahora que la edad se me refleja en la cara, he notado que los demás me perciben de manera muuuuuy diferente.

Como yo sigo siendo la misma de siempre (por dentro supongo), pero lo de afuera cambió bastante, empecé por tener sensaciones extrañas que no podía identificar.

Fue después de un rato de analizar la situación y las sensaciones que me causaba, que di con esta idea de sentir algo parecido a traer un disfraz.

Es como si yo vistiera un traje y una máscara, que impedía que la gente viera quién soy.

Y ahora que traigo este disfraz de señora madura, he notado que menos gente me sonríe, menos hombres me abren la puerta y el que me carga la gasolina, ya no me hace plática.

Tampoco nadie voltea cuando entro a un lugar jajaja.

Quiero aclarar que cuando yo entraba a un restaurante NO se paralizaban las pláticas y se enmudecía la escena, pero si volteaba yo, alguna que otra cabeza.

Sin embargo, ahora eso ya no sucede y creo que es muy normal. Es algo habitual que vengo escuchando desde hace décadas, pero por mucho que lo escuché, nunca lo entendí.

Esta teoría de la invisibilidad de la mujer madura era algo que no resonaba conmigo y por supuesto que como todo en esta vida, lo vine a entender cuando lo viví.

Así como las mujeres se vuelven machistas cuando tienen hijos varones y los hombres se vuelven feministas cuando tienen hijas, así yo entendí lo que es ser invisible cuando me convertí en un ente que nadie ve.

Y es que cuando estaba más joven, no me explicaba a qué se referían las actrices maduras cuando se quejaban de que eran invisibles para Hollywood.

Yo no captaba bien bien lo que querían decir; Ahora que ya llegue a donde estaban …ya entendí.

Supongo que hay muchos contextos en los que me he vuelto invisible, pero no me he dado cuenta todavía, pero lo más importante a recalcar, es que esto impacta mucho a la autoestima lo quieras o no.

Y por eso mismo es muy fácil hablar a los veinte años y decir “yo nunca me voy a deprimir en la madurez”o “por ya no ser joven”, o “por ya no tener lozanía y juventud” bla bla bla.

Pero a la hora de los trancazos, como se dice aquí en mi tierra, el discurso cambia y te das cuenta que no es fácil aceptar esta etapa, y lo que viene con ella.

El destierro de las moda, de las pláticas de los más jóvenes y de las nuevas redes sociales es algo que no es fácil de digerir.

Tampoco ayuda ser la que ya no entiende los memes y el chisme que todo mundo trae en boga. Eso para mí ha sido desesperante.

Y es que una cosa tan sencilla como no saber quien es el cantante de moda, te ubica en una categoría de muerta en vida jajaja…

Pero en fin, basta de cosas negativas, aquí en este blog, el discurso siempre tiene que ser esperanzador, porque si no para que escribir ¿no?

Así que lo que yo quiero sacara a relucir, es que nuestro valor no puede ni debe venir de afuera, debe venir de adentro siempre siempre siempre.

Y lo más importante de todo este post (redoble de tambores) es que aquí te contaré lo bueno de ser invisible, así es, como lo oyes, la invisibilidad también tiene muchas cosas positivas, pero yo me centraré en una sola que es la LIBERTAD.

Cuando no te sientes observada te sientes libre, libre del qué dirán y que pensarán. 

Y la libertad my friend, no tiene precio 

 

Así que como decía Mecano: “No me mires no me mires no me no me no me mires”…que para fines prácticos, a mí ni me importa.

 

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Historias

¿Qué zapatos me pondré de hoy en adelante?

14 abril, 2024

Hace muchos años, en un reino muy lejano, habitaba una señora (muy hermosa) que estaba embarazada de su segunda hija.

Ella estaba feliz esperando a su bebé, pero una nube negra empañaba su dicha, porque sus pies le habían crecido tanto en las últimas semanas, que ya no le entraba ningún zapato…

Ahora sí, si me permites, seguiré en primera persona porque como te imaginarás estoy hablando de mi.

Los dos o tres pares que me había comprado en el último trimestre y eran dos números más grandes que el mío, habían dejado de servirme hacía rato, y para una mujer que trabajaba fuera de casa, esto era angustiante.

Taaaaan grandes e hinchados tenía los pies, que a veces, me daban ganas de pintarme una chancla.

Mis pies eran un pez globo, enojado, cansado y adolorido todo el tiempo; Así que un día pensé que lo mejor que podía hacer, era tomar un marcador grueso, pintarme una pata de gallo y salir a la calle descalza.

Si, así es. Pensé eso porque ese era el grado de desesperación y ese es el mismo grado de desesperación que siento ahorita, porque tengo los pies en un modo peligrosamente parecido a como los tenía en aquel entonces.

Esa idea de pintarme un zapato y salir a la calle descalza, ha vuelto a cruzar por mi cabeza, porque estoy igual de HARTA.

Tengo los pies cansados, y ya no tolero ningún zapato para fines prácticos. Los tacones altos son parte de mi historia y ahora cuando me los pongo, no los aguanto más de media hora.

Desconozco qué les pasa a mis pies, tal vez al igual que yo ya andan pidiendo la jubilación a gritos y lo único que quieren es que yo los deje en paz.

Actualmente los únicos zapatos que aguanto son los tenis para correr y un par de flats negros marca VIVAIA (y vaya que no me cae un sólo peso por mencionar esta marca).

Todos los demás zapatos que tengo en mi closet podrían desaparecer mañana mismo y mis pies no los extrañarían.

Claro que a mí me harían muchísima falta, porque me gustan, los amo y combinan con mis outfits favoritos, pero siento que a mis pies les daría igual si yo me deshiciera de ellos, porque cómodos no son.

Todos ellos son una muestra de estilo e incomodidad. Hay para todos los (dis)gustos

Están los zapatos angostos que inmediatamente te duermen el pie y a veces hacen que te duela el arco, luego están los rígidos que no se doblan al dar el paso, y tienes a fuerza que caminar como Frankenstein.

Luego existen los otros que son anchos y no tan rígidos, pero son muy pesados y pareciera que traigo un ladrillo amarrado al empeine.

Luego están los empinados, que nadie sabe por qué, pero hacen que el pie se deslice hacia adelante, y andes teniendo que hacer un alto en el camino cada tres pasos, para evitar que el pie haga contacto con el asfalto.

Arghhh no, que ansía, parece que no hay manera de ganar en esta guerra contra los fabricantes de zapatos que se rigen por la moda y no la comodidad.

Pero bueno, no escribí este post solamente para quejarme, también lo escribí para pedir ayuda, para que me digas si conoces alguna marca de zapatos que sea cómoda, sin que parezca una línea de ortopedia.

Si es así, por favor déjame tu marca favorita de zapatos en los comentarios porque este asunto de verdad es urgente y sé, sé , sé que no soy la única detrás de esta llamada de ¡AUXILIO!

 

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