Aprovechando que ya no me siento de veinte muy cómoda enseñando pierna y que ya voy a sacar la ropa de primavera, he estado pensando (otra vez) regalar mis vestidos cortos.
Y no es tampoco que tenga docenas de vestiditos, pero nomás de pensar en que no me quedará ni uno, se me hace un nudo en el estómago 😧.
A esta sensación siempre le sigue la decisión de quedármelos, y es que mi voz interna rápidamente me convence diciéndome que los necesito para cuando voy a la playa 🤔.
Y aunque mini faldas tengo nomás una, que no me pongo desde el 2011, vestidos cortos playeros tengo más.
Estos dos o tres han sobrevivido a las limpias sistemáticas que hago cada temporada y siguen ahí, por una sencilla razón : los amo, los amo…Los. A.mo.
Así que si tu estás en las mismas y no te has resignado a dejar de usar minis, házle como yo y póntelos con leggings o skinny jeans.
Yo me la he llevado así desde que ponerse vestidos con pantalón fuera “la mera onda” por allá en el 2015 y al menos logro usarlos en la ciudad, pues en la playa hago como que la virgen me habla y los traigo todo el tiempo.
En el mar, el clima se presta y el contexto también; Todo el mundo trae menos ropa y nadie se va a preocupar porque una cincuentona ande enseñando de más.
Aparte de que soy fiel seguidora del movimiento de “ponte lo que te guste” creo que ya nos ganamos el derecho a ignorar a las masas cuando así nos convenga.
A éstas alturas hay que tomar de la moda lo que nos acomoda, darle ese toque personalizado y usar lo que sabemos desde hace años, que si nos funciona.
Y bueno, aquí les dejo estas fotos que lo único que necesitan es que les cambien los tacones por sus zapatos más cómodos y les inyecten esa personalidad única que las caracteriza.
Ánimo ladieeeeeeeees, que se note que seguimos siendo mucha pieza.
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