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self love for mature women

Historias Vida Sana

Lo padre sería que en vez de aceptarte, te quisieras.

26 abril, 2021

Cada vez que alguien me dice acéptate como eres, acepta que así son las cosas, acepta tu realidad, acepta esto, acepta lotro, siento como si me dijeran resígnate, aguántate, agacha la cabeza.

De hecho, si buscas algunos sinónimos del término aceptar hallarás las palabras : obligar, asumir, reconocer y encajar encajar encajar…(pongan aquí el sonido de un eco)

Y precisamente por eso, cuando se habla de mejora personal, la palabra aceptar no me termina de convencer, pues siempre me ha sonado como a “resígnate a vivir con lo que te desagrada de ti”.

Quererte, por otro lado, es algo diametralmente opuesto, quererse es sentirte suertuda de ser quien eres, es sinónimo de caerse bien, gustarse, estar contenta contigo misma y por eso que cuando una amiga me dice:

“Esto es algo que ya acepté de mi” prefiero recomendarle que le siga terqueando a estar donde quiere y no donde puede, a seguir luchando por ser la que quiere ser, porque cambiar lo que no nos gusta de nosotras no tiene nada de malo.

¿Por qué vemos con malos ojos a la que a esta edad quiere dejar un mal hábito? Mientras haya vida, hay oportunidad de cambiar una conducta nociva, una mala decisión, una mala compañía…

Por otro lado quitarnos un mala costumbre, siempre será un gran triunfo… lo logremos a la edad que lo logremos.

Y es que nadie pone en duda que salir de la zona de confort sea algo que cuesta trabajo, pero ¿Por qué aceptarte como la mujer que odia hacer ejercicio para luego renegar de tu sobrepeso?

No sería más gratificante hacerle la lucha a bailar (o patinar) todos los días y estar enamorada de tu figura.

No te iría mejor si te haces a la idea, de que crecer es parte de tu condición humana y no importa cuántos años tengas, siempre vas a querer estar mejor que el día de ayer.

Porque la mejora continua es parte de la evolución y mientras vivas sentirás el deseo de ir hacia adelante o de lo contrario comenzarás a ir pa’trás.

Y a pesar de que es algo natural, pienso que las mujeres de mi generación vemos con muy malos ojos eso, porque nuestros papás estudiaron en la escuela del Santo y nunca aceptaban que estaban mal.

Eran mitad hombres mitad dioses que jamás la regaban, no tenían malos hábitos, y nunca tomaban malas decisiones; por consiguiente, nos enseñaron a pensar igual.

Como es de esperar y nadie puede dar lo que no tiene, a muchas nunca nos enseñaron que el primer paso para mejorar, es aceptar que algo estamos haciendo mal.

Por eso en aquellos años se usaba mucho el “yo así soy” , “el que me quiera, que me quiera así” o “ese es mi carácter porque así nací” punto.

Aceptar que uno estaba mal y aparte admitir que seguirían igual, era un orgullo, pues decir que uno se había equivocado era mostrar vulnerabilidad y eso era motivo de vergüenza.

Pero gracias al cielo, hoy hemos aprendido que muchas conductas destructivas se pueden cambiar por medio de la modificación de hábitos, terapia, psicoterapia, etc;

Y algunas estamos dispuestas a invertirle tiempo y dinero a eso de dejar los malos hábitos, para no aceptarnos y mejor querernos, porque aceptar algo que no me gusta de mi, no me ayuda a crecer, a mejorar, pero sobre todo me convierte en una infeliz.

Claro que habrá situaciones insalvables, como el color de los ojos o la estatura, pero si puedo cambiar lo que me disgusta, tengo la obligación moral de hacerlo.

¿Porque aceptar que soy desordenada y vivir echando pestes? Amargándome la vida y amargando la de los demás, cuando poco a poco me puedo convertir en una mujer más ordenada, hasta llegar a el punto en que ese orden me traiga paz y tranquilidad.

¿Porque empezar el día a las carreras y de genio? si poco a poco puedo acostumbrarme a levantarme una hora más temprano y gozar de mañanas que despidan tranquilidad.

¡Me lo merezco!

Merezco ser la versión corregida y aumentada de mi misma; A estas alturas no te conformes con seguir siendo el primer borrador .

No hay nada de malo con reconocer que estamos mal y buscar la manera de cambiar, porque para eso vinimos a este mundo, para aprender de nuestros errores y mejorar durante el proceso.

A eso se le llama evolución y con los años hay que ir evolucionando porque si no lo hacemos, corremos el riesgo de empezar a involucionar.

Si, así es…aunque no me lo creas, si no te preocupas por mejorar, en menos de lo que canta un gallo, vas a empeorar.

Irás viendo como los buenos hábitos que tenías van muriendo, para ser remplazados por otros no tan buenos.

Poco a poco y si te dejas, empezarás a hablar en pasado de todo esos hábitos que tenías y te hacían muy bien, yo en cada reunión que voy me topo con esa realidad.

Tengo muchas amigas que se la pasan diciendo “antes me encantaba salir a caminar”, “antes me gustaba mucho leer” o “hace años que no voy a la clase de yoga”.

Y eso pasa, porque la zona de confort es como una hiedra venenosa, que hay que recortar todos los días para que no nos asfixie, pues si la dejamos crecer ya valimos.

Así que ponte las pilas para que a ti no te pase, arranca de tajo todo lo que sientas que te aprisiona y no te deja mover libremente, porque todavía hay mucha vida y muchas cosas en las que puedes mejorar.

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Historias

Con los años entendí…

29 mayo, 2017
Ya entendí

Creo firmemente que la madurez (como cualquier otra etapa de la vida) trae consigo cosas positivas.

También creo que la mayor parte del tiempo nos cuesta ver lo bueno porque somos la personificación de esa frase del vaso medio vacío (o medio lleno) y lamentablemente siempre nos fijamos en las cosas que se fueron, no en las que están llegando.

Para mí el autoconocimiento (entre otras) es una de las cosas maravillosas que me ha regalado la edad, entre más años cumplo más me conozco, entre más me conozco, más me entiendo y entre más me entiendo, tengo menos conflictos internos.

Es como si me hubiera casado conmigo misma y al principio del matrimonio hubiera sufrido con esos roces típicos de las parejas que se están adaptando y comienzan la dura tarea de aprender a convivir. 

El aquí y el ahora para mi se traduce en muchas cosas:

Se acabó la angustia de cuestionarme qué voy a estudiar, en qué voy a trabajar, si la voy a hacer o si seré un fracaso.  

Los días preguntándome que haría con mi vida y las semanas de andar con las tripas hechas nudo porque tenía exámenes o un mal de amores son cosas de un pasado con el que no me interesa reencontrarme.

Con los años entendí muchas cosas ( ¡ya era hora! )

Por fin me cayó el veinte y comprendí que es completamente normal:

*no ser perfecta.

*no ser la madre modelo.

*dedicarte tiempo a ti misma.

*trabajar fuera de casa.

*no preocuparse por el qué dirán.

*tener ideas propias (me acuerdo cuando cambiaba de opinión cada 20 minutos para caerle bien a todos 🙄)

*no pedir permiso.

*ser desorganizada vaga, olvidadiza.

*no ser la CEO de la empresa y ganar un sueldazo.

*no ser talla 4.

*ser impaciente, etc.

Entendí que no me tengo que esconder cuando la riego, que está bien equivocarse, saber, no saber y que no tengo que cambiar, simplemente porque no hay nada de malo en ser como soy.

Nada de esto importa si todas estas imperfecciones te permiten ser feliz la mayor parte del tiempo.

Si has creado una vida que te gusta, si eres libre de hacer lo que quieres, entonces ha valido la pena.

Así es, si eres feliz LA HICISTE. Y si no es así aún hay tiempo, mucho tiempo de crear la vida que te gustaría tener.

Invítate un café y busca el diálogo contigo misma.

Todos tenemos esa voz que nos dice qué hacer solo que a veces no la dejamos hablar, estamos encandilados con todos los distractores del mundo y cuando estamos tristes o pensativos es más fácil prender la televisión o el celular que dedicarse a platicar con uno mismo. 

Esos estados de ánimo te están tratando de decir algo, escúchalos. Tu yo interno solo busca tu bienestar, no le tapes la boca ni voltees hacia otra parte cuando te habla. No seas grosera contigo misma. Pélate. Ponte atención. Date el lugar que mereces.

Deja de buscar afuera en cursos, pláticas y seminarios. La respuesta esta dentro, como dice la famosa frase de Osho.                     “La única salida es hacia dentro”. ¿ Cuándo te vas a conocer si nunca te das la oportunidad de platicar contigo ?  

Si nunca te preguntas qué es lo que quieres y qué es lo que necesitas…

Este es el momento ideal, porque te conoces mejor y has dejado atrás la edad en la que tenías que darle gusto a todos menos a ti.

Y si te sientes perdida y es fecha que no sabes lo que te gustaría hacer, el internet esta lleno de tests que miden las habilidades y las aptitudes, busca y contesta uno o varios hasta que logres descifrar tu llamado personal.

Siento que a cada una nos pasa esto en determinado momento de nuestras vidas  y siempre lo resumimos diciendo “Ya no me importa lo que digan los demás”.

En realidad creo que nunca se trató de lo que decían los demás, si no el diálogo interno de nosotras mismas cuando éramos jovencitas. Tal vez nos exigíamos mucho y nos teníamos poco o nada de consideración.

Afortunadamente los años pasan y el tiempo nos deja incontables lecciones.

Cuán maravillosas no serán la edad y la experiencia que logran lo que a veces parece ser una misión imposible:

Quererse uno mismo…

 

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Fotografía: IStock

 

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