Cada vez que llega el otoño a Monterrey trae de su mano la temporada de bodas, durante los meses que le siguen la vida nos da una probadita de lo maravilloso que es vivir sin los 40 grados centígrados del verano y los 10 del invierno.
Y obviamente que la mayoría de los novios aprovechan este clima tan hermoso (créanme para los regiomontanos lo es) y eligen estas fechas para casarse.
Con la boda llegan muchas cosas lindas y otras que no son tanto, porque como todas sabemos, hablar de bodas es hablar de protagonismo y sin lugar a dudas ese se lo llevan los novios lleva la novia.
Ella es sin duda la prima donna de esta celebración.
El protagonismo que sobra se reparte entre las hermanas, la mamá y la familia de la novia y ya lo poquito que sobra se reparte entre el novio, su mamá y la familia que lo acompaña.
Así que si tú, amiga lectora, formas parte del último grupo y tienes hijos varones, sabrás de antemano que si algún día decide casarse y festejar el acontecimiento, tu participación en la planeación de la boda será prácticamente nula.
Fuera de tu vestido no podrás decidir mucho, aunque tengas que pagar lo suyo por la susodicha boda…por eso creo que cada día que pasa hay que luchar por la igualdad aquí también.
Porque el feminismo es un concepto que aplica a hombres y mujeres y hay que aplicarlo en todas partes, por eso hay que darle al novio, su madre y familia el lugar que se merecen.
Porque para empezar no hay que olvidar que sin novio no habría boda.
Por eso, hace unos meses que se casó el hijo mayor de mi amiga (c.g.) me dio muchísimo gusto ver que la pista se vació para que el novio gozara un poco del spotlight, pudiera bailar con su mamá y gozar aunque fuera una parte mínima del protagonismo que antes era exclusivo de la novia.
Ese romance inmaculado que existe entre una madre y su hijo (o un padre y su hija) se materializó en el justo momento que se quedaron solos en la pista y la banda empezó a tocar.
Fui testigo de como mi amiga se despedía de su gran amor; adorándolo se lo entregó a alguien que lo ama también y por ley de vida le acompañará más años, pero como el amor verdadero todo lo puede, en esta ocasión la ruptura tiene final feliz, mejor dicho tiene un final perfecto.
Ella se encontraba en un estado de éxtasis, podría asegurar que en ese momento se le hubiera podido pedir cualquier cosa, el novio irradiaba felicidad y el público presente moqueaba con singular alegría.
Fue un momento sublime.
Y pues ahora que se usa que el novio (y su mamá) se luzcan un poco más que antes, te quiero dar un consejo: Si eres de las que fuma, toma café o vino de seguro tienes la huella del vicio bien marcada en los dientes, así que corre a comprarte un tono de dientes nuevo, porque vas a sonreír todo el santo día.
Si, es en serio ¡pícale!… y si ya no tienes tiempo de hacer cita con un profesional, de perdido compra este o este kit que te dejará la sonrisa color nieve de coco, porque dudo que quieras arruinar las fotos con tu sonrisa estilo piratas del caribe.
Y ya después de que hagas esto, dedícate a gozar con tu hijo de su fiesta.
Hay que dejar que el novio goce su boda, se vista como quiera y baile las rancheras como le dé la gana, porque por considerarlo como un elemento necesario para que las novias cumplan su sueño, muchas veces no los dejan ni elegir su traje.
Hay que dejar de buscar ser el centro de atención, ya que se nos olvida que no solamente la novia esta dando un gran paso y esta apostándolo todo para empezar desde cero, lejos de sus padres y de su zona de confort.
Dejemos de ver al novio como un elemento necesario para que la novia cumpla su sueño y empecemos a darnos cuenta que él también esta viviendo el día más importante de su vida.
Hagamos todo lo posible porque ese día el novio brinque de contento para que podamos ver a su madre brincando igual, así que ánimo, que llegue el mariachi y …
¡Que vivan los novios viva la mamá del novio!
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