No me cabe duda de que los seres humanos somos pendulares, nos encaaaanta ir de un extremo a otro y si hay algo que de verdad se nos dificulta, es llegar a un punto medio.
Si alguno de ustedes tiene una amiga (o) que haya hecho un cambio significativo en su vida sabrá de lo que estoy hablando.
¿Quien no tiene esa chérrima que un buen día tomó la decisión de ponerse a dieta, dejar el gluten, volverse vegetariana o iniciar una rutina de ejercicio?
En ese momento inicia una especie de fanatismo y ya no pueden ni siquiera ver el pan, la carne, el azúcar, *llenen el espacio en blanco* de lejos.
Una vez que reconocemos que necesitamos adoptar algunos cambios, nos negamos a ir poco a poco incorporándolos a nuestra vida diaria.
Hacemos todo lo contrario, un día nos levantamos y así de fácil tomamos la decisión de ser otra persona .
Es por eso que pocas veces tenemos éxito.
Esa mentalidad de todo o nada nos hace más mal que bien, nos pone con la espalda contra la pared, y nos obliga tarde o temprano a aceptar que no podemos cambiar hábitos de toda una vida en cuestión de días.
Yo soy así en materia de dietas, si me instalo en el todo la hago siempre, soy insufrible, llevo snacks saludables a el cine, cargo con mi comida a meriendas, compromisos de trabajo, clases e incluso de viaje, pero una vez que decido no hacerla “bien”, en un sólo movimiento de péndulo me paso a la nada.
En la nada, me dedico a comer dulces, palomitas, chocolates, nutella y tantas cosas que de tanto tiempo que llevo sin comerlas ya ni se me antojan.
También le entro a alimentos que ni me gustan tanto, ¡si eso dije que horror! 😮 😱 no me encantan y lo hago sólo por el hecho de sentir que estoy rompiendo la dieta con todo.
Es verdaderamente un misterio para mi, y tal vez nunca sepa a ciencia cierta el por qué de este comportamiento, si nos ponemos a analizar llegaremos a la conclusión de que todos los hábitos que tenemos, los fuimos adquiriendo gradualmente.
Poco a poco empezamos a tomarle gusto a cocinar, leer, hacer manualidades, ir al gimnasio, etc. Ninguno de estos hábitos nos habitó (valga la redundancia) de la noche a la mañana.
Tal vez la razón por la que esperamos que sea así es porque se nos olvida que somos seres de costumbres y estas toman mucho tiempo en arraigarse.
Debemos por higiene mental, introducir cualquier cambio de manera gradual para que no se produzca ese shock que nos hace retroceder en lugar de avanzar.
No es la decisión que tomamos, es el giro de 360 grados lo que nos deja exactamente en el mismo lugar en donde estábamos.
Como cuando te proyectas con fuerza, chocas y el impacto es tan fuerte que te lanza justo en la dirección opuesta y aterrizas donde estabas o incluso más atrás del punto donde empezaste.
Por eso la próxima vez que busquemos el cambio tratemos de ser conservadoras, seamos pacientes con nosotras mismas y concedámonos el tiempo necesario para transformarnos.
Si están en la búsqueda de adoptar algún hábito positivo o dejar uno negativo les recomiendo que visiten la página habitualmente y lean, escuchen y se empapen de todos los consejos maravillosos que hay ahí.
Ánimo si podemos y nunca es tarde sólo nos falta saber el Know How…😉
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