Recuerdo como si fuera ayer el día que conocí a la mamá de mi amiga (y.a), recuerdo también que al mismo tiempo conocí una prenda que hasta el día de hoy no le he visto usar a nadie: el Kaftan.
Por aquellos años yo era una adolescente (estudiaba la preparatoria) y las “señoras” eran una especie que nada tenía que ver conmigo.
Hasta ese día para mí las amas de casa se veían todas iguales, tenían ese look normal tirándole un poco a estar desarregladas, y al conocerla me topé frente a frente con una especie para mi hasta ese entonces desconocida:
El ama de casa glamorosa.
En los años ochenta me presentó esta prenda y gracias a ella conocí muchos. Los lisos, los estampados, los gruesos y los sumamente delgados y vaporosos; Tenía muchos, todos y cada uno de ellos la hacían lucir espectacular.
Se veía regia con solo un kaftan, unos aretes y su pelo negrísimo recogido en un chongo alto.
Siempre usaba lo mismo para estar en casa, parecía como si estuviera lista para irse a una fiesta y el único indicio de que no era así es que andaba descalza.
Es como si al vestirlos se encontrara en su estado natural, era una prenda que le quedaba como anillo al dedo, combinaba con su cuerpo, su personalidad y su estilo de vida.
Sin duda alguna ayudaba el hecho de que era alta y delgada; Cuando la veía ir y venir con esa prenda que transmitía libertad de movimiento y frescura pensaba:
“Cuando crezca voy a vestirme así para andar en casa“. El tiempo pasó y gracias al olvido nunca compré ni siquiera uno, y ahora que yo tengo su edad y ando en búsqueda de ropa que me guste y que me haga sentir cómoda sin sacrificar el estilo, recordé sus maravillosos kaftanes.
En cuanto pueda me daré a la tarea de buscar uno y poco a poco iré formando una colección de los más cómodos y bellos que encuentre.
Ahora que Monterrey esta que arde nueve de los doce meses que tiene el año. Ahora que ando en búsqueda de ropa apropiada para mi edad. Ahora que ya tengo los años suficientes como para no sacrificar la comodidad a cambio del estilo, me parece que un kaftan es la nueva prenda de mis sueños
Aparte de su belleza, comodidad y versatilidad indiscutible (lo mismo lo llevas a una cena que al banco), cuando las temperaturas alcanzan los 35 grados, cuando el calor es tan intenso que cualquier tela pareciera lana virgen y no quisieras que nada te rozara la piel, no hay nada más apropiado para andar por la vida que un amplio, vaporoso y fresco kaftan.
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