Después de ver el documental de NETFLIX The True Cost empecé a consumir ropa más conscientemente.
Antes solía considerar solamente el precio al momento de comprar, si lo podía pagar lo compraba punto, nunca me detenía a pensar si realmente lo iba a usar varias veces o sólo una.
Otros factores como si la prenda en cuestión me encantaba o si de verdad la necesitaba pasaban siempre a estar en segundo plano.
Si aquella blusa/falda estaba dentro de mi presupuesto o mejor aún si se me hacía que estaba barata la compraba sin dudarlo. Los precios bajos eran sin duda un atractivo por demás irresistible para mí.
Sin embargo después de ver el documental que les acabo de mencionar, encontré la respuesta a una pregunta que ya tenía varios años dándome vueltas en la cabeza.
Muy fácil, pagando mano de obra barata. Mejor dicho, pagando mano de obra casi regalada.
Buscando en la web más información al respecto, me encontré con la campaña titulada WHO MADE MY CLOTHES? detrás de ella esta el movimiento llamado Fashion Revolution.
Esta organización la conforman todos aquellos que SON la industria de la moda.
Marcas, diseñadores, fabricantes, comerciantes, escritores, publicistas, maestros, empleados, obreros y en general todos los amantes de la moda que han iniciado la gigantesca tarea de promover el consumo responsable de ropa.
Leyendo páginas como esta, me di cuenta que cada vez más personas están conscientes que este frenesí de pagar precios de regalo por la ropa que compramos tiene un impacto directo en el nivel de vida de una persona (en especial las obreras ) que trabaja 8 horas diarias o más y recibe un salario que nunca le permitirá cubrir sus necesidades más básicas.
Esto no es más que una forma de esclavitud moderna, y al ahorrarse una cantidad considerable en mano de obra las compañías internacionales pueden beneficiar al cliente dándole lo que pide. PRECIOS BAJOS.
En sitios como Fashion Revolution hay todo tipo de consejos y recomendaciones para involucrarnos a todos, con suerte y ganas de hacer las cosas en un futuro no muy lejano todos podremos convertirnos en consumidores más responsables.
Yo por lo pronto he decidido seguir el ejemplo de Livia Firth fundadora y directora creativa de ECO-AGE y de ahora en adelante trataré de aplicar una regla que ella sigue al pie de la letra, no comprar ninguna prenda si no estoy segura de que la usaré al menos 30 veces.
De esta manera planeo asegurarme de que la ropa que compre reúna ciertos estándares de calidad y así evitaré en la medida de lo posible consumir ropa desechable, esa que se deshilacha o despinta con la primera lavada y termina casi siempre en el bote de basura.
Ropa que después de una lavada esta en condiciones tan deplorables que acaba contaminando y siendo parte de la gran cantidad de cosas que tardarán miles de años en degradarse. Prendas que le hacen daño a quien las hace, quien las consume y a el planeta en que vivimos.
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Fotografía: fashionrevolution.org
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