Monthly Archives

diciembre 2019

Historias

Ya le pedí a santa por ti.

23 diciembre, 2019

Como dice el dicho “con esta me despido”… pues este, es el último post del año y es una carta a santa pidiéndole para ustedes lo que deseo para mi.

Mis peticiones han cambiado tanto a través de los años, que ya parece que la carta la escriben varias personas y no una sola. 

A las cosas materiales que requería cuando andaba en mis veintes, le siguieron viajes a lugares lejanos y exóticos en mis treintas.

Ya en mis cuarentas comencé a desear vivencias para atesorar recuerdos entrañables y no me importaba si pasaban en Ghana o en la sala de mi casa.

Hoy en día, ya instalada en el tostón, solamente quisiera que mi familia y amigos cercanos estén bien.

Será que año tras año nos vamos dando cuenta que en esta vida, no hay nada que sea más importante que las personas importantes de nuestra vida.

Y bueno, pues que empiece la fiesta, vámonos a ver gente que nunca vemos y a comer lo que nos da flojera preparar durante el año.

Felices fiestas, feliz año nuevo…tomen el blog como si fuera Santa y pídanle lo que quieren leer, si tienen sugerencias o les gustaría que escriba de algo en particular mándenme correo a eva@mesientodeveinte.com.

Les prometo que haré todo lo posible por cumplir sus deseos.

Un abrazote a tod@s las que forman parte de me siento de veinte.

¡Aquí l@s espero en enero de 2020! 

Con cariño.



æ

¿Qué Leo?

Espérame en la última página.

16 diciembre, 2019

“Hay muchas maneras de sacarse la lotería, una de ellas es estar enamorada y ser correspondida”; Con esta frase matona comienza Espérame en la última página de Sofía Rhei.

Y digo matona, porque a estas alturas todas sabemos, que la comparación no podría ser más perfecta y precisa.

Se dice fácil, pero en la vida real (ese binomio) de fácil no tiene nada; Es más…tal vez es más sencillo pegarle al gordo, pero en fin, volviendo al libro…

Les cuento que esta novela, retrata LA SEÑORA historia que a esta edad todas nos sabemos de memoria.

Este cuento pasó, pasa y seguirá pasando, hasta el fin de los días.

Ella es un cliché; Mujer soltera, enamoradísima de un hombre casado que a diario le promete que dejará a su esposa, escapará del infierno que vive con su (tirana) mujer y finalmente se irá a vivir con ella para ser feliz a su lado.

Él es otro cliché; Casanova que se ama por sobre todas las cosas y sólo las está utilizando para sobre llevar el tedio que le provoca su vida en general.

Entonces ¿Qué tiene de nuevo “Espérame en la última página”? 


Lo que tiene de original es la terapia que toma Silvia para superar su relación con Alain.

Como las escapadas de su amante son siempre impredecibles, ella no tiene una vida propia, como diríamos aquí en mi tierra, “no se manda sola”.

Y pues está de más decir que los años viviendo así, la han convertido en una persona que ya no se reconoce a si misma cuando se para frente a un espejo.

Justo entonces y aprovechando una de las tantas rupturas con Alain, su mejor amiga, le recomienda un profesional que usa la lectura como terapia…

Pero, ¿tiene la literatura el poder de sanarnos?

Fíjate que yo nunca lo había pensado, pero este libro me demostró que con la guía adecuada, todos los libros pueden ser de auto ayuda.

El método magistral que emplea su terapeuta para abrirle los ojos, y forzarla a salir de esa situación en la que se encuentra atrapada, es confrontarla con personajes icónicos de la literatura universal.

Libro a libro se va reconociendo en cada uno de ellos y página tras página va despertando de esa hipnosis emocional en la estaba.

Y pues si quieres saber cómo le fue a Silvia, y qué libros le recomendó su terapeuta para tratar su caso, tendrás que leerlo.

Además en la última página descubrirás quién le daba la terapia.

Te vas a quedar helada cuando descubras que es una figura mundialmente famosa y precisamente hizo frente a todo y a todos por medio de la palabra.

Acomódate, acércate un café o té y con libro en mano entrégate a Te espero en la última página de Sofía Rhei.

Es de lo mejor que he leído últimamente y por eso te aseguro que no te va a defraudar.

¿Quieres ser parte del blog? Pícale AQUÍ

P.D. Si te interesa leerlo lo puedes encontrar aquí y aquí



æ

Moda

¿Que tan seguido vas de compras?

9 diciembre, 2019

Tuve que padecer el sargazo en la playa, 31 grados centígrados en pleno invierno y vivir varias inundaciones para dejar de comprar ropa por un mes.

Me di cuenta que el planeta tiene taquicardia, y todos estos fenómenos son un esfuerzo desesperado por llamar la atención de un público pasivo e indiferente.

Sólo pegándome donde me duele, la problemática de la contaminación tocó mi hombro, logró que volteara y (haciendo caras) me dignara a prestarle atención.

Si, así de triste…

El sargazo me dio el empujoncito que necesitaba para sumarme a Oxfam

Como ya les contaba en este post, prometí no comprar nada durante septiembre y aunque patiné en el puente del día de la independencia, finalmente el reto me hizo los mandados.

Los treinta días se pasaron de volada y mi promesa le cayó de maravilla a mis tarjetas, que se mueven más que la barbacoa en domingo.

Además de eso me pasaron dos cosas, ahí les van…

Cosas que descubrí al no comprar ropa por un mes

UNO: Caí en la cuenta de que mucha ropa que tengo ¡no me gusta!

Al iniciar el reto eché mano de lo que me pongo siempre, pero a medida que pasaban las semanas y yo no quería repetir vestuario, tuve que confrontar la realidad.

Me pongo sólo lo que creo que se me ve bien, lo demás esta ahí colgado y no se mueve jamás.

Fácil, fácil un cuarenta por ciento de mi closet esta dioquis.

  • Cosas transparentes que amo, pero ya me da pena usar.
  • Algunas faldas me caminan para abajo o para arriba según sea el caso y tengo que andarlas jaloneando y regresando a su lugar como niño (malcriado).
  • Blusas en colores hermosos hechas con telas rasposas (que no uso pero tampoco saco del closet).
  • Ropa que se me veía espectacular en los noventas y que no quiero tirar por si algún día vuelvo a tener treinta años y vuelvo a pesar lo que pesaba jajajaja
  • Zapatos que necesitan tapas desde el día que me gradué (exageré)
  • Infinidad de suéteres, que ahora que tengo la piel más seca me pican y me dejan el cuello como el de hell boy.

Y bueno creo que tienen una idea de lo que descubrí: Tener el closet lleno de cosas que no te gustan, no te quedan o ya no se te ven como antes es sinónimo de…

NO TENER NADA QUE PONERSE

Y si yo no fuera overthinker ahí hubiera parado la cosa peeeeeeeero, decidí analizar el punto y llegué a la conclusión de que si tengo cosas que compré hace poco y ya no me gustan, es porque (a veces) compro por comprar.

NO compro porque….

  • me hace ver más alta
  • acentúa el color de mi piel
  • estiliza mi figura
  • me sienta bien
  • me hace sentir cómoda
  • favorece mi figura

Compro….

  • porque está en oferta
  • me puede servir algún día
  • no me lo voy a encontrar a este precio jamás

Y por esa razón yo y muchas nunca tenemos que ponernos y siempre andamos con lo mismo encima.

A diferencia de lo que rara vez uso, las cosas que me encantan no me aburren jamás…eso que me enamoró desde que lo vi colgado en un rack y que sigue gozando de mi beneplácito.

Ya sabes de que hablo ¿verdad? Eso que no quieres que se gaste, se rompa, se decolore, que te sigues poniendo y quisieras que durara para siempreeeeeee para siempreeeeeee.

Lo que compré y que parece que un diseñador hizo a mi medida, que resalta mis partecitas buenas y esconde las no tanto.

Esas prendas que dejaré de usar cuando estén convertidas en un harapo.

DOS. Descubrí que la mitad de lo que no se mueve es por falta de arreglo.

  • el pantalón divino que me arrastra, no quiero cortar pero tampoco me pongo con tacones (¿por que quién los aguanta a estas alturas?)
  • la falda hermosa medio transparente que necesita fondo (¿pero quién usa fondo estos días?)
  • los zapatos que me encantan y que necesitan tapas desde el 2001
  • el zipper, el botón, esa blusa que me encantaba y ahora ya no tanto por el escotaxo escandaloso.

En fin…you get the idea.

No comprar ropa por un mes me vino sirviendo para darle mantenimiento a mi guardarropa y al hacerlo volví a enamorarme de cosas que tenía años de no usar.

Como este reto me tomó un tiempito, el mes de octubre se pasó también volando y por estar pensando en reciclar no tuve tiempo de comprar.

Y fíjense que como ya me gustó el experimento voy a extenderlo y espero poder seguirle hasta el fin de año.

El dinero que me ahorre, lo usaré para arreglar cosas que necesitan repararse en vez de tirarse.

Con esto haré un esfuerzo por sumarme a el movimiento de las tres erres

REDUCE-REUSA-RECICLA

…y pondré de mi parte para que nuestra generación deshaga un poco, lo mucho que hemos hecho en contra del planeta.

Y si ya de plano tengo que comprar algo trataré de hacerlo en Troquer, GoTrendier o en Thred up ya que venden cosas hermosas, finas y en excelente estado.

Únete a el reto, decídete a no comprar nada por un mes y cuéntame cómo te fue…

¿Te gustaría ser parte del blog? Pícale AQUÍ





æ

Historias

Y de pronto llegaste a la edad de los nunca.

2 diciembre, 2019

Recuerdo que cuando mi mamá llegó a la edad de los “nunca”, pensé que se estaba volviendo loca.

Razón no me faltó pues un buen día y sin precedente alguno, amaneció con su cantaleta de que sentía cosas raras y de ahí en adelante ya no paró.

En mi memoria quedó grabado un día en particular, y el recuerdo es tan nítido que parece que lo viví ayer.

Mi mamá y yo estamos en la casa donde crecí, yo estoy sentada justo en la entrada de la cocina y traigo el uniforme escolar puesto.

¿Se imaginan de que años estoy hablando? ¡Híjole, estaba en secundaria!

Ella es un péndulo que se mueve de la hornilla izquierda a la hornilla derecha de la estufa.

Como anda de negro resalta en medio del brillante escenario que forman el refri, los gabinetes y demás electrodomésticos que son escandalosamente rojos.

Amaba esa cocina-infierno otrora vanguardista y que hoy sería parte de la colección retro de un museo de arte pop.

En fin, volviendo a los ochentas, mientras menea la sopa y guisa la carne, me cuenta que ya llegó a la edad de los nunca y que siente cosas que jamás había sentido.

Comienza o termina las oraciones con la misma palabra, dice : “Nunca había tenido insomnio” o “no vuelvo a cenar tan tarde, nunca”.

Sentada en un banquito (que tiene dos escalones abatibles) la observo ir y venir, con un ritmo acelerado, repitiendo lo que acaba de decir y recuerdo claramente haber pensado que no estaba bien de los nervios.

¿Se acuerdan de ese banco?

¿Alguien de ustedes tenía este mismo banco que se convertía en escalera?

Bueno equis, retomando el tema, todo lo que decía mi madre me sonaba tan fuera de lugar que yo juraba que era producto de su imaginación.

Pensaba que mi mamá ya estaba viejita y se estaba volviendo ideática

¡Viejita a mi edad! ¿Cómo me atreví a pensar eso? .. jajaja

Aparte, ¿Cómo pude pensar que los bochornos, la ansiedad, la depresión y la indigestión podían ser solamente producto del ocio?

Creer que todo esto estaba en su cabeza y con ponerse a hacer algo (aparte de trabajar todo el día) se le iba a quitar como por arte de magia.

¡Que ocurrencias tenía! …y pobre de mi madre.

Ahora que ya ando en las mismas, la comprendo y la admiro por aguantar los embates de la menopausia sin la ayuda de las hormonas.

Sin poder al menos googlear remedios caseros o unirse a un grupo de mujeres que ya anduvieran topándose con esa problemática.

Sin contar con la aroma terapia, la medicina alternativa de hoy en día y toda la información que nos dan los sitios de internet (confiables).

Creo que yo me lanzaría a la yugular de todo aquel que se atreviera a decirme que la sequedad de mis ojos, es producto de mi imaginación.

Lo más alucinante de todo es, que aquí estoy yo, décadas después, entrando en la misma etapa y preguntándome en qué momento pasaron esos 30 años.

¿En que momento me convertí en mi mamá?

¿A qué hora pasé a ser yo la que siente cosas raras?

Hoy en día mis amigas y yo estamos entrando a la edad de los nunca, y es la plática habitual del cafecito.

Lo decimos medio en broma y medio enserio, como una manera de ir poco a poco confrontando la realidad tan temida de estar convirtiéndonos en mujeres maduras.

Ignoro si mi madre sabía que todo eso eran síntomas de la menopausia, pues jamás pronunció tal palabra.

Sería ¿Tabú? ¿Negación? ¿Ignorancia?

Quién sabe, tal vez para ella y todas las de su generación era simplemente algo que se tenía que vivir y no algo que andar platicando.

Y eso daría para escribir otro post…pero volviendo a este articulo.

Callarnos como nuestras madres, sufrir en silencio y pensar que si ignoramos los síntomas van a desaparecer, no es opción.

La baja de hormonas es real, los cambios en el organismo son tangibles y algunos tan drásticos que pueden afectar nuestra calidad de vida.

Si hacen lo que mi mamá e ignoran los síntomas, estos 30 años habrán pasado en vano.

Hoy tenemos demasiada información a nuestro alcance, así que hay que ponernos las pilas, dejar la pena a un lado y actuar en consecuencia.

A los ochentas hay que ir de visita a recordar buenos tiempos, pero regresarnos, quedarnos ahí y padecer a causa de los tabus que existían sobre la menopausia, jamás.

Eso ya lo hizo tu mamá por ti…

¿Te gustaría ser parte del blog? Pícale AQUÍ




æ