En cuestión de hijas (os) creo que muchas andamos en las mismas, estas ya terminaron carrera o están a punto de hacerlo. Las que no tuvieron hijos de seguro tienen sobrinas (os) que rondan esa edad.
Algunas (temerarias) que se aventaron al ruedo muy jóvenes tienen hijos que trabajan desde hace rato pero dudo que sus retoños no califiquen como millennials.
Recuerdo como si fuera ayer cuando yo era del equipo de los juniors, la nueva, la que no tenía experiencia, la que contaba con cero años de antigüedad y sobre todo la que “metía la pata” un poco mucho más que los demás.
Los años volaron y en la actualidad ya estoy en el equipo contrario. Hoy soy parte de los seniors y veo con nostalgia a los recién llegados, a los que acaban de terminar su carrera profesional, se van sumando a el mundo empresarial y llegan verdes verdes en todos los aspectos.
Como tengo dos hijas que rondan esa edad millennials no puedo evitar verlas reflejadas en todas esas jovencitas y en esas situaciones que a veces se presentan en la oficina. Me gustaría darles muchos consejos pero prefiero quedarme calladita.
No lo hago porque a pesar de la brecha generacional son mis compañeros de trabajo y no me gustaría que me identificaran como a la señora de la oficina que se cree la mamá de los pollitos.
No me interesa en lo más mínimo adoptar el papel de doña mandona, la sabelotodo, la dueña del negocio, etc; Pero si alguna de ellos me pidiera un consejo le daría no uno si no diez.
Son cosas que me brincan y que pienso que antes no era tan comunes por no decir que no existían. Como por ejemplo las redes sociales que se han convertido en una real y muy tangible amenaza para la productividad.
Y bueno pues como les estaba contando, en el hipotético caso de que una de “mis hijas” me pidiera mis “two cents of advice“, les daría “eleven cents “. Como decimos acá en el norte, les daría feria de más.
uno. Suelta el celular. No te pagan por checar el WA ni el Facebook, te pagan por hacer otras cosas así que a lo tuyo mientras estés en la oficina.
No llegues a las juntas (y a todas partes) con el celular, no lo vas a poder checar y si entra una llamada tampoco podrás contestar así que no viene al caso que lo conviertas en una extensión de tu mano.
dos. sé discreta con tus cosas personales. Las cosas que nada tienen que ver con el trabajo se deben tratar siempre fuera del trabajo. Si el fin de semana te tomaste todo el alcohol que había en el antro o si tu novio te trata como al palo de una escoba y sientes la necesidad de compartirlo, platícalo después de que cheques tarjeta.
Lo mejor en casos de crisis es buscar ayuda profesional o invitarle una copa o un café a un amiga (o) cercano que te preste el hombro para desahogar tus penas. Los compañeros de trabajo ni te van a ayudar y algunos van a darse vuelo con el chisme.
tres. habla de usted. Al principio a todo el mundo pues es muestra de respeto y sabrás a quién le gusta y a quién no, pero si algunos compañeros de trabajo te piden que les hables de tu, hazlo.
Hay personas a las que de verdad nos incomoda que nos hablen de usted, nos hace sentir viejas y sobre todo marca una distancia que a veces se traduce en un trato muy impersonal.
Lo más normal es que cuando alguien te pide un favor lo hagas sin chistar, así que si alguna compañera (o) de trabajo te dice claro y fuerte “Te pido por favor que no me hables de usted”. ¿Por qué no hacerle ese favor?.
cuatro. Las personas con carrera profesional también hacen trabajos físicos. Si así son las cosas en el mundo real, así que no pretendas estar siempre frente a una computadora pues a veces tendrás que cargar una caja, limpiar algo que se ensució o simplemente mover cosas de un lugar a otro.
No hay nada más desagradable que escuchar a una persona decir “No estudié una carrera para estar cargando cajas”, nunca preguntes si hay alguien que se encarga de eso. Encárgate tu y punto.
cinco. siéntate bien. No subas los pies en ningún lado ni cruces las piernas como si estuvieras en la clase de yoga y por piedad no te quites los zapatos. Si quieres estar despatarrada espera a que llegues a tumbarte a tu recámara o a la sala de estar de tu casa.
seis. No comas en el escritorio. Da una imagen descuidada y poco profesional, si de plano no aguantas el hambre pide a alguien que te cubra y corre a comerte un snack, o compra barras energéticas de esas que se acaban en tres mordidas.
Por favor, pooor favooooor no saques la torta de huevo con chorizo, o los chilaquiles que aparte de dejar tu escritorio como la charola de una periquera llenaran el ambiente de un olor a garnacheria del centro de la CDMX.
siete. Sé puntual. Cuando firmaste el contrato te dijeron muy claramente a que hora entrabas y a que hora salías. Si firmaste es por la simple y sencilla razón de que estabas de acuerdo, así que ahora no comiences a contar las mil y un razones por las que te es imposible llegar a tiempo.
Si no puedes cumplir con el horario de trabajo renuncia y busca uno que si se acople a tus necesidades de sueño, distancia, medio de transporte, etc.
ocho. No faltes. Actualmente la gente falta al trabajo con cualquier pretexto. La compañía no tiene la culpa si se te descompuso el carro, se fue el agua o la luz en tu casa, esta lloviendo, hace frío y otras tantas eventualidades.
nueve. Nunca contestes “no quiero”. Me sorprende cuantas personas en la actualidad te contestan eso. Pareciera que les están preguntando si quieren ir al cine o a comer mariscos.
En el trabajo te pagan para hacer cosas que sabes hacer o que estás dispuesta a aprender para luego hacerlas.
Cuando alguien contesta “no quiero” esta declarando que no lo va a hacer nunca simplemente porque no le da la gana y para hacer lo que nos dé la gana pues es mejor que nos quedemos en la casa.
diez. NO llores en la oficina. Haz hasta lo imposible por controlar tus emociones y en la medida de lo posible evita llorar en el trabajo, las personas que lloran demuestran poco equilibrio emocional e inmadurez.
Una cosa es llorar porque perdiste a un familiar cercano o acabas de vivir una desgracia y otra cosa es hacerlo porque cometiste un error y tu jefe te llamó la atención. Todos. To-dos la regamos alguna vez y de verdad se los digo de corazón no es el fin del mundo.
ONCE. LOS CHIQUI-SHORTS ET ALTRI . Ah como cantante o DJ dejé lo mejor para el final. Las minifaldas, los mini shorts, las blusas transparentes, los pantalones de tiro muy corto, el bra negro debajo de la blusa blanca, las blusas ombligueras (crop tops) y otras cosas “antreras” son PARA el antro.
Igual que las patas de gallo (flip flops), chanclas de hule, prendas rotas (manchadas o deslavadas) son para andar en la casa o ir a lavar el carro y no para llevarlas a la oficina.
Ah y lo mismo que la ropa de noche, el maquillaje cargado se usa en la noche, no llegues a la oficina con el look más gótico del mundo.
Yo entiendo que actualmente muchos ambientes laborales se han relajado, pero muchos otros no. Es mejor ir reconociendo el terreno y pecar de recatadas al inicio.
Nada más incómodo que te llamen la atención (el primer día) porque el escote es muy pronunciado o el largo de la falda muy corto.
Te ama con toda el alma, tu madre.
Y ya agarré vuelo, así que aquí le paro. Mejor cuéntame…
¿Qué consejos les darías a tus hijas (os) /compañeros millennials?
Fotografía: PEXELS
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