Historias Moda

La increíble y triste historia de la (cándida) cincuentona y su lencería (desalmada)

26 marzo, 2018
La lenceria de una cincuentona

​Así como todavía le hablo de usted a la compu, a mi celular, a el apple TV y a muchas otras obras de arte de la tecnología, a la lencería también le sigo hablando de usted .

La conozco de vista y todavía no nos tuteamos principalmente a que no me he dado tiempo de tratarla para poder conocerla más a fondo.

He de confesar que gran parte de esa actitud obedece a que me he dejado llevar por chismes y rumores de amigas que me han contado todo tipo de cosas acerca de ella.

*Que la que vale la pena es muy cara.

*Que es chifladita y necesita mucho mantenimiento.

*Que las tallas son muy reducidas y la más grande equivale a un XS.

*Que estás condenada a lavarla siempre a mano.

*Que lo que tiene de hermosa lo tiene de incómoda.

*Que sólo se le ve bien a las que tienen cuerpower. Etc, etc.

Así que poco a poco fui decidiendo que lo mejor sería que yo me dedicara a usar ropa interior genérica y le dejara la lencería a las Angelitas de Victoria’s Secret y a las modelos de La Perla entre otras.

Pasaron los años y aunque he comprado una que otra pieza de lencería para darle una renovada al cajón de la ropa íntima pero sobre todo darle una refrescada a el espíritu, el paso de los años me ha dejado estas enseñanzas acerca de los undies.

La increíble y triste historia de los TOPS y BOTTOMS.

En mi caso lo que va abajo de la cintura (bottoms) se puede fácilmente comparar a una historia de suspenso mezclada con terror psicológico que raramente tendrá un final feliz, así que cada vez apuesto menos por las piezas caras.

Casi nunca le atino al corte, tela, talla, grado de compresión y estilo; No entiendo ¿Por qué cada marca maquila como le da la gana?

Tengo el cajón lleno y no sirve de nada porque siempre termino usando las mismas tres panties, SIEM.PRE.

Si están sucias mis consentidas, me pongo a fuerza las que no me caen tan bien y pago caro la osadía.

Esos días son miserables porque ando incómoda desde que amanece hasta que anochece, unas me aprietan, otras se me caen o conforme camino se me van trepando o deslizando según sea el caso. ¡Ay no que circo!

Por si fuera poco mis conse duran menos pues resienten el uso indiscriminado y en poco tiempo quedan más gastadas que los trapos de una cocina industrial.

Las del otro equipo las ven con lástima cuando se las topan en el cajón de la ropa interior, las muy infelices siguen como nuevas, con el tejido y color intacto como si las acabara de comprar. ¡No es justo!

Mis preferidas lo son por la única razón de que por obra de la casualidad me quedaron bien, le atiné sin hacer absolutamente nada extraordinario. Eso que literalmente por estas latitudes se conoce como “chiripa”.

Obvio que esta situación tan ridícula y frustrante se debe principalmente a que las panties no se pueden probar, o al menos no tan bien como otras prendas pues en algunas tiendas te piden que te las pruebes sobre tu ropa interior 🙄.

En otras donde si te dejan hacerlo la gente no lo hace por obvias razones y el resultado viene siendo el mismo. En pocas palabras:

Compras la ropa interior a ciegas y haces changuitos para que te quede bien, porque para colmo de males tampoco se puede cambiar.

Ahí esta el detalle como diría Cantinflas. ¿Cómo dar en el blanco con los ojos cerrados?

Con los tops mi historia es menos dramática, aquí nunca he batallado porque cualquiera me sirve, aunque no cualquiera me queda bien.

No llegue temprano a la repartición así que me tocaron las rebanadas delgadas del pastel que ya se está acabando pero tiene que alcanzar para todos, me dieron una probadita que me dejó satisfecha.​

¿Me pondría implantes? Nahhhhh.

No quisiera cargar un peso que me curve la columna en unos años más, así como tampoco podría renunciar a dormir boca abajo, correr y a seguir comprando bras en la sección de juniors jajaja.

Claro que también aquí tengo mis preferidos y me pasa lo mismo que les comentaba antes, tengo muchos y SIEMPRE uso los mismos tres o cuatro pues son los más cómodos.

Casualmente a veces son los más feos (y gastados) que tengo argggghhhh nadie ni nada en este mundo se salva de la ley de Murphy…🙄

Entonceeeeees después de analizar el costo beneficio de la lencería y de darme cuenta que no hay más opción que jugar un poco a “pónle la cola al burro” lo que hago ahora es:

UNO. Probarme todo inmediatamente después de comprarlo.

DOS. Fijarme muy bien en la marca y la talla de lo que me queda bien (le tomo foto con mi cel) y compro lo mismo hasta que lo sacan del mercado.

¿Les suena aburrido? lo es, pero al menos no tiro el dinero en bras y panties que no voy a usar nunca.

Como ya se imaginarán, por temporadas mi cajón parece el clóset de un asesino en serie que tiene mucha ropa pero toda es de un mismo color y una misma forma.

Ya sé lo que están pensando -menos mal que lo aprendió un poquito antes de empezar a usar pañales – jajajajaja y si

¡Estoy completamente de acuerdo con ustedes! 😬

Pero bueno como dicen ambos refranes nunca es tarde y la esperanza es lo último que muere.

Y Tú  ¿Con qué parte batallas más? ¿Con la de arriba? ¿Con la de abajo?

O de plano estás en la lona y sufres con las dos 😠

 

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Fotografía: PEXELS:

Fotografía: E.Alanís



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